Crecí, futbolísticamente
hablando, con el Milan de Arrigo Sacchi, la Sampdoria de Vujadín
Boskov, el Inter de Lothar Mattahus, la Juventus de Trappatoni y el
Parma de Nevio Scala, maduré junto a Cappello y Lippi, con las
diabluras de Baggio, Zola y Del Piero, la magia de Pirlo, la
elegancia de Maldini y el pundonor de Conte y Gattuso, pero se retiró
Maldini, se retiró Del Piero, se retiró Pirlo, y no hubo
sustitutos. En la última década el fútbol italiano, el legendario
Giuco di Calcio está sumido en una profunda depresión que hoy por
hoy no tiene solución. Recuerdo estadios calientes como Marassi o
San Paolo, jugadores de raza como Torricelli, Ferrara, Materrazzi o
Benarrivo, tripletas de extranjeros legendarias como Gullit, Van
Basten y Rijkaard en el Milan, Mathaus, Klinsman y Brehme en el Inter
o Skuravy, Aguilera y Branco en la Genoa, recuerdo pasión y títulos,
recuerdo cuando en el sorteo de la UEFA, la Copa de Europa o la
Recopa te tocaba viajar a Italia, todos se echaban a temblar. Hoy
todo ha cambiado, los clubes italianos se arrastran por Europa y la
mítica Squadra Azzurra sufre una terrible crisis de
identidad. ¿Qué ha pasado en Italia?. Sencillamente ha renunciado a
su esencia, a los valores que le hicieron dominar el fútbol europeo,
por ejemplo, la Juventus, dominadora de la Liga los últimos años, y
dos veces finalista de la Champions es un equipo sin alma. Se ha
abandonado la cantera, se apuesta antes por un jugador de Georgia,
Letonia o Egipto (con perdón) antes que por uno nacido en la
península italiana, y con ello han matado un estilo, que con sus
pros y sus contras, ha dado cuatro Mundiales, una Eurocopa, doce
Copas de Europa, nueve Copas de la UEFA, siete Recopas, nueve
Supercopas y nueve Intercontinentales.
Entre el mundial de España,
1982, y el de Alemania 2006, los dos últimos títulos mundiales de
la Squadra Azzurra, los equipos italianos dominaron (en gran medida)
el escenario del fútbol de clubes europeos, seis Copas de Europa,
ocho UEFAS y cuatro Recopas, con el añadido que estos títulos se lo
reparten entre siete equipos (Milan, Inter, Juve, Sampdoria, Parma,
Lazio y Nápoles).
Tanto en 1982, como en 2006 la
selección italiana llegaba a la cita mundialista después de sendos
escándalos – el Totonero y el Calciopoli – con sanciones y
descensos administrativos, y en ambos la Selección se alzaba con el
título. El plantel que alzó la copa del mundo en el Santiago
Bernabeú estaba formado por jugadores consagrados, como Gentile,
Zoff, Scirea, Cabrini o Rossi, con otras jóvenes promesas como
Bérgomi o Baresi. A partir de ese momento se arman poderosos equipos
que mezclan producto nacional – Tardelli, Cabrini, Vially – con
fueras de serie venidos del extranjero – Platini, Zico, Maradona o
Marco Van Basten. A.C Milán se transformó con Arrigo Sacchi en uno
de los mejores equipos de la historia, entre 1989 y 1999 los clubes
italianos ganaron ocho de once copas de la UEFA, y a mediados de los
'90 la Juventus de Lippi dominaba el fútbol continental.
Muchas veces eran los foráneos
los que marcaban la diferencia, pero era el futbolista nacional la
verdadera esencia del club. A Maradona, Careca y Alemao le
acompañaron en el campo Ferrara De Napoli o Carnevale, los tres
holandeses del Milan no jugaban solos, sino que lo hacían con
Baresi, Maldini, Ancelotti, Donadoni o Evani, en la Roma Gianini
encontró perfecto sustituto en Totti, en la Sampdoria Vially y
Mancini, junto a Lombardo, Vierchowood y Pagliuca colocaron a Génova
en el palmarés europeo, el primer Parma campeón de la UEFA estaba
compuesto prácticamente por futbolistas nacionales y las gotas de calidad del sueco Brolin, el Inter de los
alemanes tenía jugadores con carisma como Walter Zenga o Giusseppe
Bérgomi......
Pero llegó 1996. Ese año la
Juventus de Lippi y Del Piero alzaba la copa de Europa frente al
Ajax, poco después de la sentencia Bosman, a partir de ese día nada
volvería a ser lo mismo. Poco a poco los equipos italianos se fueron
llenando de jugadores muy muy mediocres venidos del extranjero, la
supuesta calidad y los millones de euros, fueron sustituyendo el
pundonor y pasión del futbolista italiano. Durante los primeros años
el número de futbolistas italianos era similar de los extranjeros, y
la selección consiguió un subcampeonato de europa en 2000 y el
mundial del 2006, amén de otros brillantes títulos en la copa de la
UEFA y Liga de Campeones. Hasta la final del 2010. En el Santiago
Bernabeu, y ante el Bayern de Munich, José Mourinho ganaba una Liga
de Campeones para el Inter de Milán sin ningún italiano en el once
titular (en la segunda parte salió Materazzi).
En las dos últimas décadas el
fútbol europeo se ha desnaturalizado, los tradicionales estilos se
han ido desvaneciendo en muchos países, pero es en Italia donde el
caso es más sangrante. En los últimos años no ha despuntado ningún
jugador nacido en Italia, futbolistas como Giovinco o Marchisio
quedaron en proyectos de estrellas, y el día que definitivamente
cuelgue los guantes Gigi Buffón todo estará perdido. ¿Dónde están
los Giannini, los Donadoni, los Gattuso, los Mancini, los Fiore o los
Zola?.