La memoria es selectiva y el gusto por un determinado jugador o equipo es subjetivo, además todo el mundo entiende de fútbol.
jueves, 9 de abril de 2020
miércoles, 8 de abril de 2020
STEAUA DE BUCAREST. CAMPEÓN COPA DE EUROPA 1986.
Hubo
un tiempo, en realidad no tan lejano, en que las Copas de Europa eran
competiciones abiertas, en las que todos los equipos partían de la
misma línea de salida. Un tiempo en que cada país, cada club, tenía
señas de identidad y personalidad propia, que lo hacía diferente al
resto. En aquellos años, en que Internet era una quimera, las
revistas de fútbol un lujo, en España únicamente había dos
cadenas de televisión y únicamente conocíamos a jugadores
internacionales cuando se enfrentaban a un equipo español. Por eso,
prácticamente toda la afición española pensó que el Fútbol Club
Barcelona de Schuster, Archibald, Julio Alberto, que venía de
eliminar a la poderosa Juventus en cuartos y al Göteborg en semifinales, se pasearía ante el
desconocido equipo rumano en la final de Sevilla. Un tiempo, en
definitiva, en que el Steaua de Bucarest, fue capaz de ganar una Copa
de Europa.
Steaua era
un equipo bien armado, que jugaba sin complejos y desplegaba un
eficiente juego de conjunto, imprimiendo velocidad y rimo al juego.
Un conjunto fuerte mentalmente (remontó dos eliminatorias, ganó un
partido complicado en Finlandia y superó la agónica tanda de la
final), con un meta sobrio, una defensa segura, un medio del campo
trabajador y con tremenda pegada (todos los medio campistas marcaron
a lo largo de la competición) y una delantera muy conjuntada. El
título continental no fue flor de un día, pues este equipo fue
capaz de permanecer invicto 104 partidos (estadística UEFA) en su
liga, entre 1986 y 1989, récord absoluto en Europa.
El equipo
rumano comenzó la andadura enfrentándose y eliminando al campeón
danés, el Vejle con cierta facilidad. En octavos de final se vio las
caras con otro clásico de las Copas de Europa, el Honved húngaro.
Tras caer en Budapest en la ida (1 – 0 ) goleó al campeón de
Hungría en el partido de vuelta disputado en Bucarest. En la
siguiente ronda, cuartos de final, los rumanos se toparon con un
escollo difícil de superar, el Kuusysi Lathi de Finlandia, que
mantuvo su puerta a cero hasta el minuto '86 de la vuelta disputada
en tierras finlandesas. Victor Piturca obró el milagro cuando
acechaba la prórroga. Eran otros tiempos y ganar fuera de casa en
Copa de Europa era muy difícil.
En
semifinales volvía a tocar épica y remontada. El RSC Anderlecht de
Vercauteren, Vanderbegh y Scifo, autor del único gol del encuentro
disputado en Bruselas. Transcurridos 23 minutos del partido de
vuelta, Piturca y Balint ya habían puesto el 2 – 0 en el marcador
y comenzaban a prepara el equipaje para viajar a Sevilla. En el
minuto 71, el mismo Piturca puso el 3 – 0 definitivo.
La final
disputada en el Sánchez Pizjuan forma parte de la leyenda negra del
FC Barcelona, pero en realidad, esto no debería ser así. En la
previa se las prometían muy felices, pero a lo largo de los 120
minutos de juego, en ningún momento dieron la sensación de poder
doblegar al campeón rumano. El 0 – 0 dio paso a una de las tandas
de penaltis con menos goles de la historia (0 -0) para proclamar
justo campeón de Europa al Steaua de Bucarest.
Helmuth
Duckadam. El cancerbero rumano jugó en Sevilla el partido de su
vida. La noche del 7 de Mayo de 1986 Helmuth Duckadam se convirtió
en héroe del Steaua y de todo el deporte rumano, después de una
espectacular tanda, en la que paró cuatro penaltis. Sus víctimas
Alexanco, Pedraza, Pichi Alonso y Marcos. Su actuación no fue
casualidad, sino fruto del trabajo y el esfuerzo. Duckadam pasaba
horas entrenando para convertirse en un buen parapenaltis. Nunca he
visto un portero tan superior en una tanda final. Aquellos diez
minutos lo elevaron a la categoría de mito.
Stefan Iovan.
La banda derecha del Steaua era la zona del campo en que se
desenvolvía Iovan, indiscutible en el once titular durante una
década (285 partidos). Fue además 34 veces internacional con
Rumanía. En la final de 1986 lució el brazalete de capitán por la
ausencia de Stoica. Las últimas temporadas en el Steaua se
reconvirtió en central por la irrupción de un joven y prometedor
Dan Petrescu. En esa posición jugó la final de Copa de Europa de
1989 contra el AC Milan, casualidades de la vida, en Barcelona. De
esta manera se cerraba el círculo.
Ilie
Barbulescu. Con 28 años, el lateral izquierdo Ilie Barbulescu era
uno de los futbolistas más veteranos de la zaga. Este defensor que
tenía una buena pegada, disputó todos los partidos de la
competición y consiguió marcar un gol. Debutó en el Arges Pitesti
en el año 1974 y prolongó su carrera deportiva hasta 1988. Murió
en febrero de 2020.
Miodrag
Belodedici. Uno de los jugadores más técnicos y elegantes de aquel
equipo, considerado entre los mejores líberos de Europa. Tras la
conquista del título continental vivió una auténtica epopeya:
fichaje por el Estrella Roja de Belgrado, petición de asilo político
en Yugoslavia, acusación de traición por parte del gobierno de
Ceaucescu, estallido de la guerra en los Balcanes y llegada al
Valencia (uno de los integrantes del equipo que recaló en la Liga
Española). Con el Estrella Roja volvió a ser campeón de Europa y
tras la caída del régimen del Conducator, volvió a jugar con su
selección, brillando en el mundial de USA'94.
Adrián
Bumbescu. Excente marcador central, rápido en el corte y pilar
fundamental del equipo durante más de un lustro. Fue uno de los
supervivientes que llegó a disputar la segunda final de Copa de
Europa del equipo, aquella en la que cayeron frente al AC Milan.
Aunque fue internacional, nunca consiguió asentarse en la selecció
rumana.
Tudorel
Stoica. Capitán, motor, recuperador y eje del Steaua en medio del
campo, una institución, el jugador con más partidos en la historia
del club (368). Un futbolista muy regular, nunca fallaba en su
cometido. Se perdió la final por acumulación de amonestaciones,
pero es tan campeón como el que más. En el resto de encuentros fue
titular indiscutible por delante de la zaga.
Lucian Balan
era el primer recambio para el medio del campo, y cumplió su rol a
la perfección en la final, cuando tuvo que difícil misión de
suplir al capitán Stoica.
Laszlo
Bölöni. Hasta la irrupción de Gica Hagi, Bölöni era el mejor
jugador rumano de su tiempo. Un centrocampista que abarcaba casi todo
el campo, con toque de balón y olfato goleador. Jugó 102 partidos
con su selección, y en 1983 marcaba un gol a Italia, que clasificaba
a su equipo para la Euro'84. Precisamente en aquell Eurocopa se
enfrentó a España y marcó el gol del definitivo 1 – 1.
Mihail
Majearu era el volante derecho del Steaua. Uno de esos jugadores que
hace equipo, y que además tenía cierta facilidad para el gol.
Gavril
Balint. Jugador de vocación ofensiva, rápido y desequilibrante,
disponía de un auténtico cañón en la pierna izquierda. Se
desenvolvía bien allí donde lo pusiese el entrenador. Excelente
llegador, olfato de gol y buen cabeceador, con espacio, un jugador
decisivo. Jugó 34 partidos con Rumanía, selección con la que
disputo el mundial de Italia '90. Un futbolista muy completo, que
tras abandonar Bucarest se asentó en Burgos, para convertirse en
referente del mejor Real Burgos de la historia.
Víctor
Piturca. El hombre gol del Steaua perforó cinco veces las porterías
contrarias. Un ariete corpulento, y rápido, lo que hacía de él un
delantero difícil de frenar. Se entendía a las mil maravillas con
su compañero de ataque.
Marius
Lacatus. Estamos ante uno de los mejores delanteros rumanos de todos
los tiempos, y aunque tuvo una carrera larga y fructífera, regaló
sus mejores años al Steaua, convirtiéndose en un ídolo para la
afición, que lo apodaba Fiara (la Bestia) por su carácter
ganador dentro del campo. Tras ganarlo todo con el Steaua, probó
suerte en Italia (Fiorentina) y en España (Oviedo) y siempre dejó
muestras de su calidad. Internacional rumano en 84 ocasiones (13
goles), participó en los mundiales del '90 y del '94. Su estancia en
Oviedo, coincidió con uno de los momentos más brillantes de la
historia del club asturiano.
Marin Radu
era prácticamente el único recambio para la delantera. Participó
prácticamente en todos los partidos, aunque la mayoría de las
ocasiones saliendo desde el banquillo.
Anghel
Iordanescu era además de jugador, segundo entrenador del equipo.
Disputó la segunda parte y la prórroga en la final frente al Barça.
martes, 7 de abril de 2020
sábado, 4 de abril de 2020
jueves, 2 de abril de 2020
ATHLETIC CLUB DE BILBAO 1992 – 1993.
El Athletic Club de Bilbao, uno de
los equipos históricos de la liga española venía de una serie de
temporadas aciagas en las que parecía haber perdido su esencia, la
garra en el campo y el compromiso de los jugadores. Años en que el
equipo no era capaz de acabar siquiera entre los diez primeros. Y en
estas se presentó en Bilbao el alemán Jupp Heynckes dispuesto a
cambiar la tendencia. Cinco victorias en las siete primeras jornadas
aupó al conjunto vizcaíno a los primeros puestos de la
clasificación y aunque no pudo aguantar el ritmo, el equipo desplegó
por momentos, un juego dinámico, vertical y efectivo. Heynckes
dirigió su mirada a Lezama y empezó a contar con jóvenes
futbolistas como Juanjo Valencia, Carlos García o Julen Guerrero que
desempeñaron un papel fundamental en el equipo, junto a jugadores
más curtidos en primera división, como Andrinua, Garitano,
Valverde, Mendiguren o Ziganda, a los que el alemán pudo recuperar
para la causa.
Juanjosé Valencia. El guardamente
guipuzcoano, que debutó de la mano de Heynckes en el primer equipo,
se convirtió desde el primer momento, en dueño absoluto de la meta
vizcaína. Formó parte del equipo durante siete temporadas, siendo
indisctuible durante las cuatro primeras. Sus buenos reflejos hacían
de él un portero extraordinario en las distancias cortas.
Andoni Lakabeg era un lateral
derecho cumplidor y de largo recorrido. Inteligente desde un punto de
vista táctico, sus subidas por la banda eran un importante factor en
la estrategia diseñada por el entrenador. Tras varias temporadas en
Bilbao se mudó a Vigo para jugar en el Celta. Todo un clásico de la
liga de los '90.
Aitor Larrazabal. Un lateral zurdo
muy completo, con un potente disparo, pero algo infravalorado a nivel
nacional. Siempre me pareció una injusticia que nunca tuviese una
oportunidad en la selección española. Toda una vida dedicada al
club de sus amores, con el que disputó más de 400 partidos (octavo
futbolista en el ranking histórico del club), anotando 43 goles, la
mayoría de ellos desde el punto de penalty.
Genar Andrinua. El defensa central
era el jugador más veterano del club, por tanto capitán, y sus
tiempos como internacional absloluto y mundialista habían quedado
atrás. Contundente por arriba y excelente cabeceador, puso todo el
oficio a favor del club y a ayudar a las jóvenes promesas que
llegaban de Lezama cargadas de ilusiones.
Rafael Alkorta. Lateral izquierdo
en sus inicios, Rafael Alkorta se fue convirtiendo, poco a poco, en
uno de los mejores defensas centrales, no sólo de España, sino de
Europa. Duro en la marca y difícil de superar en el uno contra uno,
Alkorta era un pilar en la selección de Javier Clemente y su
excelente temporada, propició su fichaje por el Real Madrid la
campaña siguiente. Después de cuatro temporadas un tanto
irregulares en el club merengue volvió a casa a seguir jugando al
fútbol.
Josu Urrutia mantenía el
equilibrio en medio del campo, esa prolongación del míster en el
césped que todo equipo necesita. Se retiró del fútbol tras
disputar 400 partidos con la camiseta bilbaína y entre los años
2011 y 2018 dirigió los destinos del club desde el cargo de
presidente.
Carlos García fue otro de los
chicos que hizo debutar Jupp Heynckes aquella temporada. Alto,
fuerte, con potente zancada, jugaba tanto por delante de la defensa
como en el puesto de central. Buen recuperador de balones y con
cierta disposición para el gol fue una de las grandes sensaciones
esa temporada. Tras una sesión a Osasuna volvió a Bilbao para
convertirse en asiduo del once titular durante varios años.
Ander Garitano era el jugador
franquicia del club hasta la fulgurante aparición de Julen Guerrero.
No obstante los años que permaneció en Bilbao fue pieza fundamental
para todos los entrenadores. Con Garitano somos muchos los que
tenemos la sensación de que podría haber sido mucho mejor
futbolista de lo que fue. Al igual que Larrazabal, su compañero en la izquierda, también fue
ignorado siempre por los seleccionadores de turno.
Ricardo Mendiguren. La banda derecha era para el eléctrico Ritxi Mendiguren, un extremo a la
antigua usanza, adaptado a la rigidez de los nuevos sistemas de
juego. Sin duda uno de los futbolistas de más calidad de aquella
plantilla.
Julen Guerrero. El Rey León, la
aparición más fulgurante del fútbol español de principios de los
'90, pocos futbolistas ha demostrado tanto amor por unos colores como
Julen Guerrero. Manejaba el balón con las dos piernas, era bueno a
balón parado, disponía de un físico ideal para la práctica del
deporte y además tenía un afinado olfato de gol. Una leyenda.
Ernesto Txingurri Valverde. Rápido
e inteligente, Valverde es uno de esos delanteros difíciles de
marcar, tanto por su físico como por su movilidad. Indiscutible
durante varias temporadas en la delantera rojiblanca.
José Ángel Cuco Ziganda. El
hombre gol del Athletic de Bilbao, con 17 dianas fue además, el
máximo goleador nacional en la temporada 1992/93. Permaneció siete
años en el club y siempre jugó más de treinta partidos por
temporada. Su fino olfato de gol le valió el sobrenombre de Cuco, y
es que Ziganda era eso, un Cuco de área, preparado para alcanzar
cualquier balón, en cualquier momento y mandarlo al fondo de la red.
El gol que consiguió frente al Newcastle en la UEFA aún se está
gritando en el antiguo San Mamés.
Eduardo Estíbariz fue el quinto
defensa más utilizado (sexto si inluimos a Carlos García como
defensa) después del cuartero titutar. Su posición natural era la
de lateral derecho.
Francisco Javier Luke era el
tercer delantero y solía participar en los últimos minutos de los
encuentro para apoyar o refrescar el ataque del equipo. De los 22
encuentros que disputó 19 los inició desde el banquillo.
Xavier Eskurza. Este prometedor
centrocampista pasó toda la temporada en blanco debido a una grave
lesión.
Óscar Tabuenka, Jon Ander Lambea
y José Manuel Galdames tuvieron apariciones episódicas en el
equipo. Todos ellos se desempeñaban como defensores.
Patxi Rípodas disfrutaba de sus
últimos momentos como futbolista, apareciendo esporádicamente en el
terreno de juego. Tras dos años sin apenas presencia en el equipo se
retira al finalizar esta temporada.
Luis De la Fuente. Esta temporada
abandonaba el club el histórico Luis De la Fuente, último
representante de los dos títulos ligueros de 1983 y 1984.
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