En la temporada 1991 – 1992
debutaba en primera división el Albacete Balompié con un grupo de
futbolistas modestos como Catali, Coco, Menéndez, Corbalán, Manolo
y Antonio, que después de batirse el cobre en la Segunda División
B,, habían conseguido dos asecensos consecutivos para plantarse en
la élite del fútbol español. A esta espina dorsal se unieron
Conejo, Geli, Zalazar o Julio Soler para, a las ordenes de un joven
entrenador Benito Floro, hacer funcionar al Queso Mecánico, un
equipo que asombró por su fútbol a todos los aficionados al deporte
rey. Por fin en la Mancha se podía disfrutar del fúbol de élite.
Luis Gabelo Conejo. Tras
convertirse en héroe nacional de Costa Rica en el mundial de Italia
90 voló hasta la Mancha para defender con éxito la meta del
Albacete.
Delfi Geli. El joven lateral
derecho fue una de las grandes sensaciones de aquella temporada. La
mítica revista Don Balón lo premió como jugador revelación. Un
jugador de largo recorrido que terminó triunfando en el Atlético de
Madrid del famoso doblete.
Francisco Javier Oliete era un
lateral izquierdo cumplidor y regular. Un hombre de equipo que conoce
a la perfección su cometido.
Juárez. El defensa central ya
había sido uno de los pilares en Segunda División y en esta
temporada siguió ocupando una de las plazas en el centro de la zaga.
Rafael Collado Coco. El triunfo de
la constancia y la humildad, imprescindible en la defensa manchega
durante casi una década. Vivió lo mejor (los dos ascensos) y lo
peor (el descenso en la temporada 95 – 96).
Catali. Timón en el medio del
campo, capitán del equipo y prolongación del entrenador en el
cesped. Otro de los históricos que llevó al equipo desde la Segunda
B a la Primera División. El día en que celebraban el ascenso gritó
a viva voz: ¡Europa, prepárate!.
Chesa. El centrocampista, que ya
había jugado con el club en Segunda B, regresó al club para
convertirse en un fijo en la mayoría de las alineaciones.
Menéndez. Bien por el centro o
pegado a la banda, Menéndez manejaba su pierna izquierda a la mil
maravillas. Uno de los imprescindibles desde los tiempos de Segunda
B.
Jose Luis Zalazar. El uruguayo
era, probablemente, el jugador de más calidad de todo el plantel,
su pie era un guante y su pierna un auténtico cañón. Hacia el
fútbol sencillo y además tenía gol.
Antonio López Alfaro. Jugó trece
temporadas consecutivas con el Alba y con 84 goles es el máximo
goleador histórico de club.
Julio Soler. Fue otro de los
habituales en el campo tanto en segunda como en primera división. Su
falta de regularidad le impidieron convertirse en titular
indiscutible.
Pedro Corbalán. Suyo fue el
primer gol del Albacete en primera división, aquel que sirvió para
derrotar al Valencia en la Jornada 2. Jugando en Segunda B fue máximo
goleador de la categoría y sus 16 goles de la temporada anterior
contribuyeron decisivamente al ascenso. Esta temporada desempeñó el
papel de revulsivo.
Sócrates Parri. El joven defensa
procedente del Valencia se convirtió en uno de los fijos de la zaga
poco antes del finalizar la primera vuelta.
Manolo había sido titular en los
dos ascensos consecutivos y aunque la primera división le vino un
poco grande, siempre estaba preparado cuando era requerido.
Etcheberry. El boliviano Marco
Antonio Etcheberry, el Diablo, fue el gran fichaje de la temporada,
pero nunca fue capaz de cumplir las espectativas depositadas en él.
Dos goles fueron su pobre bagaje.
Daniel Aquino. El Toro Aquino tuvo
un paso fugar por el Albacete pero todo su pundonor no se vio
reflejado en muchos goles.
Ismael Urzaiz. El joven ariete fue
uno de los jugadores más utilizados en los minutos finales de los
partidos como revulsivo.
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