jueves, 5 de mayo de 2022

UN BALÓN CAYÓ DEL CIELO.



Un balón cayó del cielo, un pequeño salto para un gran hombre, la baja con el pecho, un bote, un derechazo con el alma, y un gol eterno. En los escasos segundos que transcurrieron en la gloriosa carrera desde el área al córner, toda una vida pasó por la mente del delantero centro. La temprana muerte de un padre forja el carácter de un chiquillo que practicaba junto a los viejos cañones que participaron en la batalla de Maipú. El apoyo incondicional de una madre, el debut en una selección chilena de la que pronto se convierte en gran esperanza y estrella, y el desembarco en Europa, el sueño de muchos niños humildes. Pero la vida no es fácil, los goles no son suficientes y los títulos se escapan de los dedos de una mano. Lo ningunearon, lo apartaron, pero Iván nunca bajó los brazos, Iván trabajó, entrenó más que nadie y volvió del ostracismo para golear como nunca.

Aquel balón que cayó del cielo lo había enviado su amigo y compañero Emilio Amavisca. Aquel balón que cayó del cielo acabó en el fondo de la meta contraria. Aquel balón que cayó del cielo rompió dos maleficios, el suyo, y el de su equipo. Aquel balón que cayó del cielo aún nos mantiene en vilo, mientras esperamos, con el corazón encogido, para gritar gol. Aquel balón que cayó del cielo, aquel gol y aquellas lágrimas del bravo delantero regando el césped del córner.

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