sábado, 1 de agosto de 2020

CÁDIZ CLUB DE FÚTBOL. ONCE FUTBOLISTAS HISTÓRICOS.



Año 2020. Tiempos extraños y anómalos, momentos de zozobra e incertidumbre, de temor y miedo. De nuevo el fútbol, mal que le pese a muchos, sirve de catarsis social, de válvula de escape para el pueblo. ¿Algo bueno tendrá este deporte capaz de generar ilusión en millones de personas en todo el planeta?. Un año especial y emotivo en la Tacita de Plata, la alegría de la vuelta a primera división de su equipo, contrasta con la pérdida de personas muy queridas en la ciudad. La temporada próxima, la cálida bombonera que es el Carranza, volverá a celebrar partidos de la máxima competición nacional, los goles se cantarán de Puntales a la Caleta, y toda la bahía vibrará con su Cádiz. Desde la tribuna más alta, Juan Carlos Aragón, Manolo Santander, Michael Robinson y tantos otros cantarán aquello de Me han dicho que el amarillo . . . cada vez que el equipo amarillo salte al terreno de juego.


Estos momentos son idóneos para echar la vista atrás y recordar algunos jugadores que defendieron la camiseta amarilla. Un once de jugadores históricos, confeccionado desde la más absoluta subjetividad y los gustos futbolísticos de quien esto escribe. No obstante, tres o cuatro de estos futbolistas integrarían el once ideal de cualquier cadista.




Josez Szendrei. Poco podía imaginar el bueno de Pepe Szendrei cuando comenzó a jugar al futbol en su Hungría natal que acabaría convertido en icono de la ciudad de Cádiz. El internacional magiar era un cancerbero sobrio y seguro que supo ganarse gracias a su simpatía el cariño de la afición gaditana. Antes de recalar en el club gaditano disputó el mundial de México 86 con su selección (una de las últimas citas internacionales a las que ha acudido la histórica selección). Durante cuatro temporadas Szendrei defendió con eficiencia la meta cadista, convirtiéndose en héroe en la dramática promoción frente al Málaga en la temporada 1990/1991.


Juan José. Conocido como Sandokán, Juan José fue un lateral derecho de raza, no exento de calidad. Llegó a ser internacional absoluto y pasó por el Real Madrid, pero como no consiguió asentarse en Chamartín decidió abandonar la movida madrilena y volver a la bahía. En total disputó 295 partidos con el Cádiz. Estamos ante un auténtico icono del fútbol español ochentero.


Raúl López. Un hombre de club (a pesar de haber jugado para el Racing de Ferrol y otros equipos de la provincia gaditana) Raúl López, lateral izquierdo cumplidor, duro y contundente, es el futbolista que más veces ha vestido la zamarra amarilla (399) jugando en tres categorías diferentes, Primera, Segunda y Segunda B.


Carmelo Navarro. Uno de los mitos del Cádiz de los '80 y de los '90. Indiscutible durante seis temporadas consecutivas, capitán en las últimas de ellas. Carmelo es el jugador con más partidos disputados en primera división con el Cádiz (227, de un total de 280). Un líbero elegante, con capacidad para sacar el balón de la cueva y que no se arrugaba ante nadie, aunque tuviese enfrente al mismísimo Diego Maradona. Su seriedad en el campo y su estilo de juego lo convirtieron en el Beckenbauer de la Bahía. Tanto por estética, como por los sistemas de juego, Carmelo Navarro, uno de los últimos líberos, sería un futbolista imposible en el fútbol actual.


Abraham Paz. Defensa elegante y muy bueno lanzando penaltis, un futbolista clave en la resurrección del Cádiz a comienzos del siglo XXI, de Segunda B a Segunda, y de Segunda a Primera y siempre con un papel protagonista sobre el terreno de juego. Jugó 230 partidos con el Cádiz, aunque probablemente no progresó todo lo que se esperaba de él.


Chico Linares. Hubo un tiempo que era imposible imaginar una alineación del Cádiz sin el Chico Linares. Un futbolista eminentemente defensivo capaz de desempañarse en la medular y en el centro de la defensa, un auténtico muro para los contrarios. Jugador de lucha y pundonor, vivió los mejores momentos del club en Primera División. Trece temporadas como cadista hacen de Linares el segundo jugador con más partidos en el club (354).


José María Quevedo. El Mami Quevedo era un futbolista bastante completo, capaz de desenvolverse con corrección prácticamente en cualquier posición, y no exento de gol. En sus inicios en el Cádiz solía desempeñarse como centrocampista diestro, pero posteriormente en Atlético de Madrid, Valladolid , Sevilla y Rayo Vallecano demostró su polivalencia. Una de las últimas joyas salidas de la prolífica cantera gaditana, que decidió volver a su casa para colgar las botas.


José Manuel Barla. Un zurdo de exquisita calidad con un guante en la pierna izquierda, un cadista de corazón. Con 341 partidos es el cuarto futbolista con más partidos en la historia del Cádiz, repartidos entre Primera, Segunda y Segunda B. Barla participó activamente en los mejores años del Cádiz en la Primera División Española. Tras un paréntesis de tres años en el Rayo Vallecano, Barla se retiró en el Cádiz en el 2000.


Oscar Dertycia. En media temporada el ariete argentino consiguió la eternidad gaditana, pues por muchos años que pasen, el aficionado al fútbol jamas olvidará a Mister Proper. Dertycia venía de unos años complicados en Florencia y en la Tacita de Plata recuperó la pasión por el fútbol y el olfato goleador. Sus ocho goles en 25 partidos resultaron fundamentales para la salvación del equipo.


Andrés Fleurquin. Garra charrúa en la media cancha. El internacional uruguayo Fleurquin era un jugador experimentado en Europa cuando recaló en Cádiz en la temporada 2004-2005 para apuntalar al equipo que conseguiría el tan ansiado ascenso a Primera División. El aficionado siempre recordará el carácter de este centrocampista que disputó 175 partidos con la zamarra amarilla y que nunca escurrió el bulto, apechugando con los sucesivos descensos a Segunda y a Segunda B. Convertido ya en uno de los capitanes decide jugar en Segunda B y colaborar con el equipo para volver a la División de Plata.


Mágico González. El salvadoreño era fútbol en estado puro, más allá de la preparación física o el rigor táctico. Jorge Alberto González, que se dió a conocer en España en el Mundial del '82, era un auténtico Mago con el balón en los pies. Siempre se dijo que le falló la cabeza, pero si Mágico se hubiese tomado el fútbol más en serio, se habría fallado a sí mismo. 221 partidos y 75 goles. La admiración y devoción que se profesa en Cádiz por Mágico González, únicamente es comparable con la que se rinde en Nápoles a Diego Armando Maradona. Dos futbolistas tocados por los dioses del balón.




Supongo que los que habéis llegado hasta aquí leyendo os habréis quedado con ganas de más, y pensando que falta tal o cual jugador, así que ahí van otros once jugadores, tan importantes en la historia del Cádiz como los anteriores.


Armando. El guardameta vasco llegó a Cádiz para defender la portería gaditana y convertirse en un peso pesado de la plantilla. Por Cádiz han pasado muchos porteros muy buenos (Bermell, Jaro, Férez, Cifuentes . . . ) y sin ningún género de dudas, Armando está entre ellos. Con 272 partidos es el arquero que más veces ha defendido la portería del Cádiz.


Alfonso Cortijo. Defensa polivalente que se adaptaba perfectamente a los dos laterales. Otro producto de la cantera gaditana de la década de los '80, de donde salían jugadores que sentían auténtica pasión por el escudo que defendían. Disputó 239 partidos en dos etapas diferentes y fue el segundo de José González en la temporada del ascenso a Primera División.


Amarillo. Toda una vida decidada al club amarillo, y es que con ese apellido no podría haber jugado en ningún otro sitio. Antonio Bermúdez Amarillo era un lateral izquierdo de fuerza y técnica, dueño del carril zurdo cadista durante una década. Defensa goleador que consiguió 12 goles en los 291 partidos que disputó.


De Quintana. El gerundense Ramón De Quintana parecía que vino a Cádiz a retirarse del fútbol, pero regaló al equipo varias temporadas a un excelente nivel. Siempre bien colocado De Quintana aportaba gran seguridad a la zaga gaditana. Su altura le hacian muy bueno en el juego aereo y era habitual verlo subir a rematar los corners.


Igor Stimac. En dos temporadas el croata Stimac demostró su contundencia defensiva. Vivió dos descensos consecutivos y por ese motivo suele pasar desapercibido en la historia cadista, sin embargo fue un muy buen defensor, no exento de gol (4 goles en su segunda temporada).


Javi Germán. Este centrocampista es el tipo de futbolista que suele pasar desapercibido cuando vemos fútbol en televisión, pero que sorprende cuando acudimos al estadio. Javi Germán nunca perdía la posición, no regalaba la pelota, ni daba un balón por perdido. Una década dedicada a su equipo con el que disputó 226 partidos


Manolito. En los años 80, tanto en Primera como en Segunda, Manolito se encargaba de sostener al equipo en el medio de la cancha. Llegó al Cádiz en 1979 y se marchó en 1992. En ese tiempo disputó 288 partidos.


Manolo Pérez. Centrocampista de gran calidad técnica, visión de juego y trotamundos del fútbol que regaló a la afición gaditana tres temporadas maravillosas, especialmente la del ascenso, en la que disputó 42 encuentros y anotó 8 goles. Manolo Pérez era ese tipo de jugador que hacía sencillo lo complicado, muy dinámico, que entendía el fútbol como un juego colectivo.


Duda. Una flecha envenenada por la banda izquierda. En unos años que la vida del club transitaba por la más absoluta mediocridad, la calidad del portugués era capaz de levantar al espectador de sus asientos. Cuando Duda cogía la pelota y encaraba al rival el aficionado contenía el aliento, espeando la genialidad del portugués. Jugó dos temporadas en Segunda B cedido por el Málaga, logrando 15 tantos en la segunda de ellas.


Oli. El veterano delantero asturiano desembarcó en Cádiz para hacer historia. Sus goles, pero sobre todo su garra y su carácter ganador conquistaron para siempre el corazón del gaditano. Un goleador de raza, capaz de marcar con cualquier parte de su cuerpo y desde las posiciones más inverosímiles. Su gol y su celebración en Chapín forman parte de la historia gráfica del club.


Kiko. Francisco Narvaéz, conocido futbolisticamente como Kiko, pasó de ser la solución de don Manuel Irigoyen para volver a salvar al Cádiz del descenso, a campeón olímpico en Barcelona '92 y a pieza clave del famoso doblete del Atlético de Madrid en 1996. Kiko es uno de los futbolistas de más calidad que ha salido del Cádiz. Su capacidad para jugar de espaldas a la defensa lo hacían imprevisible.


Y de propina Pepe Mejías. No podemos cerrar esta publicación sin incluir a uno de los futbolistas que más hizo por el Cádiz en el terreno de juego, nos referimos, como no, al grandísimo Pepe Mejías. Jugador zurdo de calidad, disputó 345 partidos y anotó 71 goles, un imprescindible del histórico equipo gaditano de la inolvidable década de los '80.


Un detalle para que el gaditano se sienta aún más orgullo de su equipo, de los 23 futbolistas enumerados, 12 de ellos nacieron en la provincia de Cádiz, un dato que habla bien a las claras del potencial futbolístico que existe en la tierra.

Escribir este tipo de artículos puede ser un tanto injusto, y es que aunque confeccionase una lista de cien futbolistas, muchos se quedarían fuera, y es que hay tantos futbolistas que tendrían cabida en esta lista, Juanjo Bezares, Salvador Mejías, José González, Luis Mario Cabrera, Poli, Bermell, Antonio Calderón, Montero, Moisés Arteaga, José Canillas, Mario Husillos, Fali Benítez, Francis Abascal, Mateos, Mario Tilico, Salvi, Alberto Cifuentes, Raúl Procopio, Ángel Oliva, Alex Fernández, Choco Lozano, Álvaro García, Ángel Férez, Ortuño, Aridane, Ariel Zárate, Matias Pavoni, Lucas Lobos, Enrique, Cárcel, David Galisteo, Sambruno, Jonhatan Sesma, Dani Navarrete, Roberto Suarez . . .

Dedicado con cariño a todos mis amigos cadistas.


miércoles, 10 de junio de 2020

AUSTRIA EN EL MUNDIAL DE ITALIA '90.




El 15 de Noviembre de 1989 Austria y la RDA buscaban la segunda plaza del grupo 3 (comandado por la Unión Soviética) que les permitiese sacar el billete para el mundial de Italia. A los alemanes les podía basta un empate, pero un triplete del ariete sevillista Antón Polster desequilibró la balanza a favor de los austriacos. Aquel sería el último partido oficial de la República Democrática de Alemania.


La selección dirigida por Josef Hickersberger (que volvió a ser seleccionador en la Eurocopa de 2008), ausente de las últimas grandes citas, llegaba a Italia como un equipo rocoso (capaz de ganar a España como visitante) , cuyo juego basculaba alrededor de Andreas Herzog, un experimentado Linderberger en la porteria y un ariete goleador de los de antes, Anton Polster. Sin embargo, y en un grupo no demasiado complicado, Austria demostró muy poco y tuvo que hacer las maletas a las primeras de cambio. Dos derrotas por la mínima ante Italia y Checoslovaquia y un sufrido triunfo frente a Estados Unidos fue su bagaje. El desastre se confirmó unos meses después cuando perdieron por 1 – 0 frente a las Islas Feroe, que disputaba el primer partido de su historia.



Klaus Linderberger. Suplente en el mundial de España 82, Klaus Linderberger era uno de los guardametas europeos más completos del momento. Indiscutible en el marco austriaco durante todo el mundial disputó 43 partidos con su país. La mayor parte de su carrera desportiva estuvo vinculado al LASK Linz.


Kurt Russ. Lateral derecho fijo para Josef Hickersberger, disputó un total de 28 encuentros internacionales. Algo limitado técnicamente, era un jugador muy físico.


Anton Pfeffer. Un comodín para la defensa austriaca capaz de desenvolverse tanto en el centro como en los laterales. 63 veces internacional también disputó el mundial de Francia 98, jugó siempre para el Austria Viena.


Michel Streiter. En el mundial de Italia desempeñó el cometido de lateral izquierdo. 34 veces internacional pasó por varios equipos de su país como Wacker Innsbruck, Tirol Innsbruck y Austria Viena.


Robert Pecl. Uno de los fijos en el centro de la defensa. 31 partidos como internacional, jugó más de una década para el Rapid de Viena.


Ernst Aigner. Hombre libre y jefe de la defensa austriaca. No perdía la posición, pero no progresó futbolísticamente todo lo que se esperaba de él. Únicamente disputó once encuentros con su selección.


Peter Schöttel. Defensa polivalente no exento de calidad. 63 veces internacional, también disputó el mundial de Francia 98. Un histórico del Rapid de Viena, auténtico ídolo para la afición, disputó la final de la Recopa de 1996 frente al PSG.


Manfred Zack. Pivote defensivo. 49 internacionalidades y 5 goles. Buen medio con potente disparo. Uno de los hombres claves del equipo austriaco, tanto por juego, como por personalidad.


Manfred Linzmaier. Este centrocampista Iba a ser uno de los fijos pero solo jugó el primer partido. 25 veces internacional. Linzmaier fue uno de los jugadores franquicia del efímero Swarovski Tirol.


Peter Artner. Un futbolista muy polivalente, válido para el centro del campo y para la defensa. Jugó 55 partidos con la selección de Austria y contribuyó a que el Casino Salzburgo alcanzase el subcampeonato de la Copa UEFA en 1994. Jugó una temporada en el Hércules de Alicante.


Alfred Hortnagl. Peón de brega, se convirtió en el primer recambio para el centro del campo. Disputó 27 encuentros con la camiseta austriaca.


Andreas Herzog. El mejor jugador austriaco de las últimas décadas. El típico jugador diez, ofensivo con gol y visión de juego. Futbolista con más partidos en la historia de la selección austriaca, 103 (y 26 goles), también llegó al mundial de Francia. Idolo en el Rapid de Viena y también en el Werder Bremen (campeón de la Bundesliga en 1992 – 93). 


Andreas Ogris. Un seguro de vida cara al gol. 11 goles en 63 partidos internacionales. Un gol suyo contribuyó a la única victoria mundialista frente a Estados Unidos. Tuvo un efímero paso por el Espanyol.


Gerard Rodax. Mucho ruido y pocas nueces. De Bota Plata en 1989 a otro de los fiascos fichado por Jesús Gil y Gil para el Atletico (debía ser el nuevo Hugo Sánchez). En veinte partidos con la selección anotó tres goles.


Toni Polster. El capitán era un ariete de los de antes, un referente en el Sevilla de la época y máximo goleador histórico de su selección (44 goles en 95 partidos). Tenía la meta contraria metida entre ceja y ceja y una pegada tremenda. En el fútbol actual se echan de menos delanteros como él.



miércoles, 8 de abril de 2020

STEAUA DE BUCAREST. CAMPEÓN COPA DE EUROPA 1986.




Hubo un tiempo, en realidad no tan lejano, en que las Copas de Europa eran competiciones abiertas, en las que todos los equipos partían de la misma línea de salida. Un tiempo en que cada país, cada club, tenía señas de identidad y personalidad propia, que lo hacía diferente al resto. En aquellos años, en que Internet era una quimera, las revistas de fútbol un lujo, en España únicamente había dos cadenas de televisión y únicamente conocíamos a jugadores internacionales cuando se enfrentaban a un equipo español. Por eso, prácticamente toda la afición española pensó que el Fútbol Club Barcelona de Schuster, Archibald, Julio Alberto, que venía de eliminar a la poderosa Juventus en cuartos y al Göteborg en semifinales, se pasearía ante el desconocido equipo rumano en la final de Sevilla. Un tiempo, en definitiva, en que el Steaua de Bucarest, fue capaz de ganar una Copa de Europa.


Steaua era un equipo bien armado, que jugaba sin complejos y desplegaba un eficiente juego de conjunto, imprimiendo velocidad y rimo al juego. Un conjunto fuerte mentalmente (remontó dos eliminatorias, ganó un partido complicado en Finlandia y superó la agónica tanda de la final), con un meta sobrio, una defensa segura, un medio del campo trabajador y con tremenda pegada (todos los medio campistas marcaron a lo largo de la competición) y una delantera muy conjuntada. El título continental no fue flor de un día, pues este equipo fue capaz de permanecer invicto 104 partidos (estadística UEFA) en su liga, entre 1986 y 1989, récord absoluto en Europa.


El equipo rumano comenzó la andadura enfrentándose y eliminando al campeón danés, el Vejle con cierta facilidad. En octavos de final se vio las caras con otro clásico de las Copas de Europa, el Honved húngaro. Tras caer en Budapest en la ida (1 – 0 ) goleó al campeón de Hungría en el partido de vuelta disputado en Bucarest. En la siguiente ronda, cuartos de final, los rumanos se toparon con un escollo difícil de superar, el Kuusysi Lathi de Finlandia, que mantuvo su puerta a cero hasta el minuto '86 de la vuelta disputada en tierras finlandesas. Victor Piturca obró el milagro cuando acechaba la prórroga. Eran otros tiempos y ganar fuera de casa en Copa de Europa era muy difícil.


En semifinales volvía a tocar épica y remontada. El RSC Anderlecht de Vercauteren, Vanderbegh y Scifo, autor del único gol del encuentro disputado en Bruselas. Transcurridos 23 minutos del partido de vuelta, Piturca y Balint ya habían puesto el 2 – 0 en el marcador y comenzaban a prepara el equipaje para viajar a Sevilla. En el minuto 71, el mismo Piturca puso el 3 – 0 definitivo.



La final disputada en el Sánchez Pizjuan forma parte de la leyenda negra del FC Barcelona, pero en realidad, esto no debería ser así. En la previa se las prometían muy felices, pero a lo largo de los 120 minutos de juego, en ningún momento dieron la sensación de poder doblegar al campeón rumano. El 0 – 0 dio paso a una de las tandas de penaltis con menos goles de la historia (0 -0) para proclamar justo campeón de Europa al Steaua de Bucarest.


Helmuth Duckadam. El cancerbero rumano jugó en Sevilla el partido de su vida. La noche del 7 de Mayo de 1986 Helmuth Duckadam se convirtió en héroe del Steaua y de todo el deporte rumano, después de una espectacular tanda, en la que paró cuatro penaltis. Sus víctimas Alexanco, Pedraza, Pichi Alonso y Marcos. Su actuación no fue casualidad, sino fruto del trabajo y el esfuerzo. Duckadam pasaba horas entrenando para convertirse en un buen parapenaltis. Nunca he visto un portero tan superior en una tanda final. Aquellos diez minutos lo elevaron a la categoría de mito.


Stefan Iovan. La banda derecha del Steaua era la zona del campo en que se desenvolvía Iovan, indiscutible en el once titular durante una década (285 partidos). Fue además 34 veces internacional con Rumanía. En la final de 1986 lució el brazalete de capitán por la ausencia de Stoica. Las últimas temporadas en el Steaua se reconvirtió en central por la irrupción de un joven y prometedor Dan Petrescu. En esa posición jugó la final de Copa de Europa de 1989 contra el AC Milan, casualidades de la vida, en Barcelona. De esta manera se cerraba el círculo.


Ilie Barbulescu. Con 28 años, el lateral izquierdo Ilie Barbulescu era uno de los futbolistas más veteranos de la zaga. Este defensor que tenía una buena pegada, disputó todos los partidos de la competición y consiguió marcar un gol. Debutó en el Arges Pitesti en el año 1974 y prolongó su carrera deportiva hasta 1988. Murió en febrero de 2020.


Miodrag Belodedici. Uno de los jugadores más técnicos y elegantes de aquel equipo, considerado entre los mejores líberos de Europa. Tras la conquista del título continental vivió una auténtica epopeya: fichaje por el Estrella Roja de Belgrado, petición de asilo político en Yugoslavia, acusación de traición por parte del gobierno de Ceaucescu, estallido de la guerra en los Balcanes y llegada al Valencia (uno de los integrantes del equipo que recaló en la Liga Española). Con el Estrella Roja volvió a ser campeón de Europa y tras la caída del régimen del Conducator, volvió a jugar con su selección, brillando en el mundial de USA'94.


Adrián Bumbescu. Excente marcador central, rápido en el corte y pilar fundamental del equipo durante más de un lustro. Fue uno de los supervivientes que llegó a disputar la segunda final de Copa de Europa del equipo, aquella en la que cayeron frente al AC Milan. Aunque fue internacional, nunca consiguió asentarse en la selecció rumana.



Tudorel Stoica. Capitán, motor, recuperador y eje del Steaua en medio del campo, una institución, el jugador con más partidos en la historia del club (368). Un futbolista muy regular, nunca fallaba en su cometido. Se perdió la final por acumulación de amonestaciones, pero es tan campeón como el que más. En el resto de encuentros fue titular indiscutible por delante de la zaga.


Lucian Balan era el primer recambio para el medio del campo, y cumplió su rol a la perfección en la final, cuando tuvo que difícil misión de suplir al capitán Stoica.


Laszlo Bölöni. Hasta la irrupción de Gica Hagi, Bölöni era el mejor jugador rumano de su tiempo. Un centrocampista que abarcaba casi todo el campo, con toque de balón y olfato goleador. Jugó 102 partidos con su selección, y en 1983 marcaba un gol a Italia, que clasificaba a su equipo para la Euro'84. Precisamente en aquell Eurocopa se enfrentó a España y marcó el gol del definitivo 1 – 1.


Mihail Majearu era el volante derecho del Steaua. Uno de esos jugadores que hace equipo, y que además tenía cierta facilidad para el gol.


Gavril Balint. Jugador de vocación ofensiva, rápido y desequilibrante, disponía de un auténtico cañón en la pierna izquierda. Se desenvolvía bien allí donde lo pusiese el entrenador. Excelente llegador, olfato de gol y buen cabeceador, con espacio, un jugador decisivo. Jugó 34 partidos con Rumanía, selección con la que disputo el mundial de Italia '90. Un futbolista muy completo, que tras abandonar Bucarest se asentó en Burgos, para convertirse en referente del mejor Real Burgos de la historia.


Víctor Piturca. El hombre gol del Steaua perforó cinco veces las porterías contrarias. Un ariete corpulento, y rápido, lo que hacía de él un delantero difícil de frenar. Se entendía a las mil maravillas con su compañero de ataque.


Marius Lacatus. Estamos ante uno de los mejores delanteros rumanos de todos los tiempos, y aunque tuvo una carrera larga y fructífera, regaló sus mejores años al Steaua, convirtiéndose en un ídolo para la afición, que lo apodaba Fiara (la Bestia) por su carácter ganador dentro del campo. Tras ganarlo todo con el Steaua, probó suerte en Italia (Fiorentina) y en España (Oviedo) y siempre dejó muestras de su calidad. Internacional rumano en 84 ocasiones (13 goles), participó en los mundiales del '90 y del '94. Su estancia en Oviedo, coincidió con uno de los momentos más brillantes de la historia del club asturiano.


Marin Radu era prácticamente el único recambio para la delantera. Participó prácticamente en todos los partidos, aunque la mayoría de las ocasiones saliendo desde el banquillo.



Anghel Iordanescu era además de jugador, segundo entrenador del equipo. Disputó la segunda parte y la prórroga en la final frente al Barça.


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