sábado, 16 de junio de 2018

HISTORIA DE LOS MUNDIALES DE FÚTBOL. FRANCIA 1938. FÚTBOL EN TIEMPOS CONVULSOS.



Los ingleses inventan deportes y los franceses organizan competiciones. El barón Pierre de Coubertain revivió las olimpiadas, el diario L'Equipe puso en marcha el Tour de Francia, Jules Rimet era presidente de la FIFA cuando se disputó el primer mundial y el mismo L'Equipe está detrás de la creación de la Copa de Europa (antecedente de la UEFA Champions League). Y a la tercera fue la vencida, la tercera Copa del Mundo se celebraría en Francia. Esta decisión causó gran indignación en el continente americano que pensaban que, por una ley no escrita de alternancia, este mundial debía disputarse allí. Por este motivo las mayoría de las selecciones sudamericanas declinaron acudir a la cita mundialista.



La guerra civil española ya había estallado. La celebración en Francia de un mundial de fútbol es una muestra más de la insolidaridad que suele dominar las relaciones internacionales. El contexto prebélico, con unos y otros preparándose para lo que estaba por venir, marcó un campeonato que contó con la Alemania nazi y la Italia fascista de Mussolini. Los fanatismos de unos y la tibieza de otros conducían inexorablemente a millones de europeos hacia un oscuro abismo.



Dicen que el mundial de 1938 se disputó en un clima prebélico. Prebélico depende para quién. España se encontraba enfrascada en una fraticida guerra civil y Alemania había anexionado sin contemplaciones a su vecina Austria tres meses antes (y conquistaria los Sudetes checoslovacos tres meses después). Chamberlain (primer ministro del Reino Unido) y Daladier (primer ministro francés) intentaban evitar una conflicto a gran escala como la Gran Guerra no interviniendo en España y aceptando todos los movimientos de Hitler. Mientras los diplomáticos ponían paños calientes, la industria armementística alemana no cesaba su actividad ni noche, ni día. En medio de este ambiente crispado y tenso echó a rodar el balón, el tercer mundial de la historia estaba en marcha.



En Francia se repitió (por segunda y última vez) el formato del mundial anterior: eliminatorias directas de principio a fin (y partidos de desempate). Argentina, que pretendía acoger el mundial y que en buena lógica le correspondía, se negó a participar, una decisión secundada por otras estados americanos como Estados Unidos, Uruguay, El Salvador, México y Colombia. Los únicos representantes americanos fueron Brasil y la debutante Cuba. Indias Orientales Holandesas (actualmente Indonesia) fue el primer país asiático en tomar parte de una Mundial, copando la mayoría de las plazas los equipos europeos: Francia, Bélgica, Italia, Noruega, Polonia, Checoslovaquia, Países Bajos, Rumanía, Suecia, Hungría Alemania y Suiza. Austria a pesar de estar clasificada no participó, por tanto fue un mundial con quince equipos. Inglaterra seguía dolida por que su candidatura no fue aceptada y rehusó la invitación de sustituir a Austria.


Tristes ausencias.
Dos de los combinados que brillaron con luz propia en la edición de 1934 no pudieron acudir a la cita con los mejores equipos en Francia. Alemania había conquistado y anexionado Austria – como ya se ha comentado – mientras España se encontraba en plena Guerra Civil. El fascismo había derrotado al fútbol. Unos y otros habían quitado las ganas de vivir a la gente. Malditos todos.

OCTAVOS DE FINAL.


Indias Orientales Holandesas. La nota exótica.
Asia debuta en un mundial. La situación política en extremo oriente distaba de ser plácida, con las tropas del Imperio del Sol Naciente extendiendo sus tentáculos hacia el Pacífico. El equipo de Indias Orientales Holandesas (actualmente Indonesia, y en esos momentos colonia neerlandesa) debía enfrentarse a Japón en las eliminatorias previas, pero el equipo nipón no se presentó (Japón estaba enfrascado en una guerra con China) y los indonesios se sacaron el pasaporte para viajar a Europa.

El bombo emparejó a los Indonesios con la temible selección húngara, que no tuvo compasión con ellos y les endosó un contundente 6 – 0. Los magiares seguían asustando a sus rivales. La selección asiática estaba formada por un grupo de alegres muchachos, futbolistas amateurs, que vinieron a Europa a conocer mundo y a dejar para la historia dos curiosas anéctodas.


Achmad Nawir, el mundo destrás de unos cristales.
Achmad Nawir el capitán de la selección de las Indias Orientales Holandesas era miope y no dudaba en jugar al fútbol con sus gafas. Posiblemente sus estudios en medicina aceleraron una miopía galopante que le hacían mirar el mundo desde detrás de sus cristiales.


Mo Hen Tang y su muñeco talismán.
Una de las anécdotas del mundial la puso el cancerbego Mo Hen Tang, el titular de la selección indonesia. El guardameta tenía un excéntrica costumbre, salir al terreno de juego portando un extraño peluche o muñeco, que colocaba junto a uno de los palos de la portería, como si fuese un talismán. En el partido que disputaron frente a Hungría el talismán no funcionó.

Un lance del Brasil - Polonia. 

Brasil 6 – Polonia 5.


Una auténtica orgía de goles, un fútbol directo, abierto, sin traumas defensivos ni tácticas pesadas y aburrida. Dos equipos lanzados a tumba abierta en pos del gol, un partido imposible hoy día. Brasil y Polonia brindaron en este encuentro de Octavos de Final un encuentro memorable.


Ernest Willimowski.
Polonia cayó eliminada enseguida pero su delantero entró en la historia por la puerta grande. Si hubiese sido torero habría cortado dos orejas y rabo. El polaco Ernest Willimowski, fue el primer futbolista en marcar cuatro goles en un mismo partido. Tras el mundial y la invasión de Polonia, Willimowski se convirtió en ciudadano alemán y llegó a disputar algunos encuentros con la eléstica alemana. Incluso he leído por ahí que se integró en la Wehrmacht. Esta actitud molestó a sus excompatriotas que lo consideraron un traidor.


Suecia no jugó su partido de cuartos de final, su rival debería haber sido la selección de Austria. Con todos los equipos en liza, los jugadores suecos debían estar ansiosos por debutar.



El Anschluss y el final del Wunderteam.
La situación en Europa durante la segunda mitad de la década de los '30 era muy tensa. Pocos meses antes del comienzo del mundial, y como parte de su idea del Lebensraum (Espacio Vital), la Alemania nazi de Hitler culimna la anxión – Anschluss – de Austria, que perdía totalmente su soberanía y se convertía de facto en una provincia del III Reich. La selección de Austria, el Wunderteam – Equipo Maravilla – que había encandilado a la afición en el mundial anterior fue desmantelada e incapacitada para disputar el mundial. Sin embargo las autoridades deportivas alemanas decidieron sacar provecho de las circunstancias. Algunos de los mejores jugadores austríacos fueron invitados amablemente a unirse al equipo alemán. Con la base del equipo que había logrado la tercera plaza en Italia '34 más la incorporación de nueve jugadores austríacos, entre los que se encontraban el meta Rudolf Raft, el delantero Wilhelm Hahnemann y el medio Franz Wagner, uno de los fijos del Wuderteam en el mundial anterior, las garantías de éxito del equipo teutón aumentaban de forma exponencial.



Mathias Sindelar, el Mozart del Fútbol, desafió a Hitler.
Mathias Sindelar, conocido como el Mozart del Fútbol por su virtuisismo con el balón, o el Hombre de Papel, por su delgadez y habilidad para zafarse de los contrarios, era el líder indiscutible del Wunderteam y, probablemente, el mejor jugador europeo del momento. Después del Anschluss Hitler organizó un partido amistoso entre las selecciones de Alemania y la de Austria, cuyo resultado pactado debía ser de 0 – 0. Pero Sindelar no quiso claudicar, y se sacó un potente disparo que batió al meta alemán, y se fue cerca del palco donde se encontraba Hitler a celebrarlo. Alguno de sus compañeros se animó y decidió que ese partido debían ganarlo, de forma que Karl Sesta convirtió el definitivo 2 – 0. A pesar de la humillación los alemanes pretendieron que Sindelar se incorporase al equipo mundialista. Nueva negativa. Sindelar se negó a jugar en el equipo alemán. Ahí comenzó su caída, meses de reproches, de presiones y de persecuciones por parte de la Gestapo. El hombre de papel se había convertido en un héroe para el deprimido pueblo austríaco, pero ya se sabe que ocurre con los héroes. En enero de 1939 fue hallado su cadáver junto con el de su pareja. La versión oficial es que se suicidaron inhalando gas. La realidad es que Matías Sindelar es una más de las millones de víctimas que causaron los extremismos políticos en el siglo XX.



Una Alemania reforzada se las prometía muy felices, y Hitler soñaba con una final entre su equipo y el de su amigo Mussolini. Sin embargo, esta vez no pasaron de la primera eliminatoria. Suiza les dejó sin mundial en el partido de desempate.



Provocación.
Una selección alemana nazificada saltó al campo entre gritos y abucheos y desde el medio del campo, sus jugadores se dirigieron al público francés con el brazo en alto. La tensión política se trasladaba sin remedio a los terrenos de juego.



El cerrojazo suizo.
Suiza acudía a su segundo mundial y su primer rival era la poderosa Alemania, reforzada con jugadores austriacos. Mas nada fue como estaba previsto. Los jugadores helvéticos arrancaron un empate gracias a un tanto de Abegglen que neutralizó el gol alemán.



En el partido de desempate una decisión del entrenador suizo resultó clave para el resultado del encuentro y abrió un mundo de posibilidades a los entrenadores futuros. Karl Rappan colocó a un tercer defensa (restado del ataque) por detrás de los dos habituales, siempre atento al delantero que superase la línea defensiva y de esta forma plenteó un partido diferente a lo que se estaba acostumbrado en la época, derrotando 4 – 2 a los alemanes. El catenaccio daba sus primeros pasos.



Severino Minelli capitán de la selección suiza, jefe de la defensa, fue el encargado de jugar de hombre libre. Ya había participado con su equipo en el mundial de Italia.



Andre Abegglen con tres goles fue el artillero helvético.


En el escudo de la selección alemana aparecía la esvástica. 


Cuba, la sorpresa caribeña.
Primera y última participación de la selección de Cuba en un mundial de fútbol, al que llegó gracias a la renuncia de todos los rivales de su región. Se convirtió en una de las sorpresas del campeonato al derrotar (y eliminar) a una experimentada Rumanía, en dos agónicos partidos. 3 – 3 y 2 – 1.



Juan “Romperredes” Tuña era uno de los mejores jugadores del combinado caribeño.



Héctor Socorro. Otro de los protagonistas de la mayor gesta del fútbol cubano. Anotó tres goles en los dos partidos que jugaron contra Rumanía.

Francia - Bélgica. 

En el resto de eliminatorias Francia derrotaba a Bélgica, Italia a Noruega y Checoslovaquia a los Países Bajos.

CUARTOS DE FINAL.


Italia – Francia. La política por encima de todo.
El partido de cuartos de final anunciaba lo que iba a ocurrir unos meses después en los campos de batalla. El enfrentamiento de dos formas muy diferentes de entener el mundo, la sociedad y la política, el fascismo de Mussolini de un lado y la democracia francesa de Libertad, Igualdad, y Fraternidad de otro. 


En una provocación más, los jugadores de la selección italiana saltaron al césped del Estadio Colombés de París, completamente vestidos de negro. Una clara referencia a las camisas negras, el cuerpo paramilitar (y parapolítico) de Benito Mussolini.


En el plano deportivo, una débil selección francesa fue superada con claridad – a pesar de lo ajustado del marcador 1 a 3 – por los campeones italianos. Un gol de Colaussi y dos de Piola fulminaron al combinado local.


El delantero Jean Nicolás, que que ya había participado en el mundial del '34 era una de las esperanzas de Francia en el primer mundial que jugaban en casa. A pesar de la temprana eliminación, Jean Nicolás hizo lo que mejor sabía, marcar goles. Exactamente dos para superar a Bélgica.



El potente extremo Alfred Aston fue uno de los fijos en el equipo galo.



La carnicería de Burdeos.
Brasil se enfrentó a Checoslovaquia en Cuartos de Final, el partido se convierte en una auténtica batalla. Checoslovacos y brasileños se dieron patadas hasta en el cielo de la boca. La selección brasileña que maravillo en su estreno ante Polonia se transformó en un equipo duro, y por momentos violentos. Zezé Procopio, cual perro de presa, se encargó de una complicada misión, el marcaje del goleador Nejedly. Procopio se tomó tan en serio su trabajo, que Nejdely acabó lesionado y Procopio expulsado. El brasileño Machado y el checo Riha también fueron expulsados. No había cambios, por lo que los lesionados intentaban aguantar en el terreno de juego, normalmente ocupando posiciones adelantadas. Así y todo, Nejedly, maltrecho y cojo, empató el partido (Leónidas había puesto el 1 – 0) desde los once metros.


Los espectadores de Burdeos pudieron ver al Brasil más marrullero de todos los tiempos. Los sudamericanos dejaron la samba en el vestuario, la gambeta guardada en las taquillas y saltaron a la arena del Parc Lescure metidos en la piel de aguerridos glariadores. Los dos puntales checoslovacos, el arquero Planicka y el delantero Nejedly no pudieron jugar en el desempate y Brasil aprovechó esta pequeña ventaja para imponerse 2 -1.



Zezé Procopio un medio defensivo contundente aunque no exento de técnica. 



Sin la competencia de Ricardo Zamora, Frantisek Planicka fue de forma indiscutible el mejor portero de Francia 1938.



La derrota de Burdeos fue el adiós de la magnífica generación de Planicka y Nejedly.



En jugadores como Domingos da Guia, un excelente defensa central, cimentó la selección de Brasil sus triunfos en este mundial. Fue incluido en el once ideal del campeonato.

SEMIFINALES.



El exceso de confianza de Ademar Pimienta.
La más incomprensible decisión técnica en la historia de los mundiales fue la adoptada por Ademar Pimienta para encarar la semifinal. El entrenador brasileño estaba tan convencido de la superioridad de su equipo que pensó que sería una buena idea reservar a Leónidas para la hipotética final, pues su concurso no sería necesario para derrotar a una Italia a la que consideraba inferior. La decisión es más controvertirda aún si pensamos que en aquellos tiempos no existían los cambios, por lo que la figura del revulsivo que entra los últimos treinta minutos para resolver el partido no era posible. Leónidas no jugó, e Italia pasó a la final.



Hungría derrotó claramente a Suecia por un contundente 5 a 1. La selección magiar con un fútbol vistoso y honesto comenzaba a causar asombro. Ni la guerra pudo cortar la proyección de esta selección húngara.



Suecia llegó hasta semifinales tras vapulear por 8 – 0 a Cuba, para caer estrepitosamente contra el primer rival de nivel al que se enfrentaron. Los veteranos Tore Keller y Sven Jonasson, el atacante Arne Nyberg y un joven defensa llamado Erik Nilsson que iba a brillar en citas posteriores, eran los jugadores más destacados del combinado escandinavo.



Arne Nyberg demostró gran regularidad marcando en los tres partidos que jugó.



Tore Keller era el capitán de Suecia, veterano que ya jugó el mundial de Italia y que también participó en los Juegos Olímpicos de 1928 logrando la medalla de bronce. Uno de los mejores futbolistas suecos de su generación.



Seven Jonasson jugó dos mundiales con Suecia, y marcó en los dos.


Brasil gana la consolación.
En un vibrante partido la selección brasileña se sacó la espinita y remontó los dos goles con los que se había adelantado Suecia. Leónidas con dos goles se aseguró el pichichi del campeonato.



Leónidas. Su repertorio de regates y remates dejó boquiabierto a los futbolistas, periodistas y espectadores, especialmente sus chilenas, algo nunca visto en la Vieja Europa. Leónidas fue la primera gran estrella del fútbol brasileño. El inventor de la bicicleta se ganó apodos como Hombre de goma o diamante negro. Máximo goleador en Francia - siete goles - Leónidas ya había marcado en el mundial anterior en el partido que Brasil perdió frente a España. 



Italia - Hungría. 




Sarosi y Meazza, capitanes y estrellas del mundial. 



Alineación de Italia: Aldo Oliveiri, Pietro Serantoni, Alfredo Foni, Pietro Rava, Ugo Locatelli, Michele Andreolo, Giusseppe Meazza, Giovanni Ferrati, Amadeo Biavati, Silvio Piola y Gino Colaussi.


Alineación de Hungría: Antal Szabo, Gyula Lazar, Sándor Biró, Gyula Polgar, Antal Szalay, Gyorgy Szucs, Gyula Zsengeller, Jenö Vincze, Pal Tikos, Grygory Sarosi y Ferenc Sas.



La squadra azzurra derrotó a Hungría en la final y demostró al mundo que en Italia 1934, al margen de Benito Mussolini, ellos sabían jugar al fútbol.



1 - 0 Colaussi.



1 - 1 Pal Tikos.



2 -1 Piola



3 -2 Sarosi



4 -2 Piola



El juego dinámico de los húngaros poco pudo hacer con el oficio italiano, la disposición táctica de Vitorio Pozzo, y la calidad del capitán Meazza y el instinto goleador de Silvio Piola.



El seleccionador azzurri, Vitorio Pozzo, sumó su segundo título, siendo hasta hoy el único director técnico en conseguirlo.



Solo tres jugadores repitieron título, Giuseppe Meazza y Giovanni Ferrari (que jugaron las dos finales) y el defensa Eraldo Monzeglio.


Benito Mussolini volvió a utilizar el fútbol (y el fútbol volvió a dejarse utilizar). Por otro lado es algo que hacen todos los políticos tengan la ideología que tengan, fotografiarse con los campeones. Palacio de Venecia (Roma), 1 de julio de 1938. Después de su victoria, la Squadra Azzurra, cuyos jugadores lucen el traje militar, es recibida por el Duce, (en blanco, centro).


Antal Szalay otro de los defensores destacados en este campeonato (también participó en el anterior). Hungría no sólo atacaba bien, también sabía defender.



Una dupla letal.
Los delanteros magiares Zsengeller y Sarosi, marcaron cinco goles cada uno. Los cimientos de la maravillosa Hungría de los Magiares de Oro, estaban echados.



Treinta y dos goles en treinta y nueve partidos son los impresionantes números del delantero magiar Gyula Zsengeller.



Györgi Sárosi, un futbolista completo, capaz de jugar en cualquier posición, era en el ataque donde se sentía más cómodo, dedicó toda su vida futbolística a Ferencvaros. Jugó dos mundiales, 62 partidos con su selección y 42 goles. Cuando colgó las botas se instaló en Italia y se convirtió en entrenador de equipos como Juventus, Genoa, Bolonia o Roma.



Pal Titkos formaba parte de la temible línea de ataque del equipo magiar. Un gol suyo puso un poco de emoción en la finalísima.



Los equipos italianos siempre se montán desde atrás hacia adelante, y Pietro Rava era el jefe de esa defensa.



Michel Anderolo, uruguayo nacionalizado italiano, era el dueño de la parcela central, hacía el trabajo sucio para que Meazza se luciese.


Pietro Serantoni ponía ritmo y ofrecía equilibrio al centro del campo del campeón.



Giusseppe Meazza, esta vez como capitán, se consagró en este mundial y entró directamente en el Olimpo del Fútbol.



Silvio Piola, sucesor de Schiavio como goleador, representa a esa escuela de delenteros italianos infalibles, de la que también forman parte ilustres goleadores como Paolo Rossi, Christian Vieri, Pippo Inzaghi o el mítico Toto Schilacci.



Gino Colaussi formó una interesante delantera con Piola. Cada uno anotaron dos goles en la final.



El delantero Giovanni Ferrari es uno de los pocos futbolistas que ha levantado dos copas del mundo. Además fue pieza fundamental en ambos, de los nueve partidos que jugó la selección en los dos campeonatos, Ferrari participó en ocho. Todos ellos como titular.



Mientras la pelota rodaba por el césped la sombra de la Segunda Guerra Mundial planeaba por todos los rincones de Europa. Cuando el árbitro francés Georges Capdeville, señaló el final del partido entre Hungría e Italia, nadie podía imaginar que habría que esperar doce largos años para volver a disfrutar de una copa del mundo. Apenas quience meses después las naciones europeas iban a dirimir sus diferencias en el campo de batalla. En septiembre de 1939 Alemania invadía Polonia, y ahora sí, estallaba el mayor conflicto bélico en la historia de la Humanidad.


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