Los ingleses inventan deportes y
los franceses organizan competiciones. El barón Pierre de Coubertain
revivió las olimpiadas, el diario L'Equipe puso en marcha el Tour de
Francia, Jules Rimet era presidente de la FIFA cuando se disputó el
primer mundial y el mismo L'Equipe está detrás de la creación de
la Copa de Europa (antecedente de la UEFA Champions League). Y a la
tercera fue la vencida, la tercera Copa del Mundo se celebraría en
Francia. Esta decisión causó gran indignación en el continente
americano que pensaban que, por una ley no escrita de alternancia,
este mundial debía disputarse allí. Por este motivo las mayoría de
las selecciones sudamericanas declinaron acudir a la cita
mundialista.
La guerra civil española ya
había estallado. La celebración en Francia de un mundial de fútbol
es una muestra más de la insolidaridad que suele dominar las
relaciones internacionales. El contexto prebélico, con unos y otros
preparándose para lo que estaba por venir, marcó un campeonato que
contó con la Alemania nazi y la Italia fascista de Mussolini. Los
fanatismos de unos y la tibieza de otros conducían inexorablemente a
millones de europeos hacia un oscuro abismo.
Dicen que el mundial de 1938 se
disputó en un clima prebélico. Prebélico depende para quién.
España se encontraba enfrascada en una fraticida guerra civil y
Alemania había anexionado sin contemplaciones a su vecina Austria
tres meses antes (y conquistaria los Sudetes checoslovacos tres meses
después). Chamberlain (primer ministro del Reino Unido) y Daladier
(primer ministro francés) intentaban evitar una conflicto a gran
escala como la Gran Guerra no interviniendo en España y aceptando
todos los movimientos de Hitler. Mientras los diplomáticos ponían
paños calientes, la industria armementística alemana no cesaba su
actividad ni noche, ni día. En medio de este ambiente crispado y
tenso echó a rodar el balón, el tercer mundial de la historia
estaba en marcha.
En Francia se repitió (por
segunda y última vez) el formato del mundial anterior: eliminatorias
directas de principio a fin (y partidos de desempate). Argentina, que
pretendía acoger el mundial y que en buena lógica le correspondía,
se negó a participar, una decisión secundada por otras estados
americanos como Estados Unidos, Uruguay, El Salvador, México y
Colombia. Los únicos representantes americanos fueron Brasil y la
debutante Cuba. Indias Orientales Holandesas (actualmente Indonesia)
fue el primer país asiático en tomar parte de una Mundial, copando
la mayoría de las plazas los equipos europeos: Francia, Bélgica,
Italia, Noruega, Polonia, Checoslovaquia, Países Bajos, Rumanía,
Suecia, Hungría Alemania y Suiza. Austria a pesar de estar
clasificada no participó, por tanto fue un mundial con quince
equipos. Inglaterra seguía dolida por que su candidatura no fue
aceptada y rehusó la invitación de sustituir a Austria.
Tristes ausencias.
Dos de los combinados que
brillaron con luz propia en la edición de 1934 no pudieron acudir a
la cita con los mejores equipos en Francia. Alemania había
conquistado y anexionado Austria – como ya se ha comentado –
mientras España se encontraba en plena Guerra Civil. El fascismo
había derrotado al fútbol. Unos y otros habían quitado las ganas
de vivir a la gente. Malditos todos.
OCTAVOS DE FINAL.
Indias Orientales Holandesas.
La nota exótica.
Asia debuta en un mundial. La
situación política en extremo oriente distaba de ser plácida, con
las tropas del Imperio del Sol Naciente extendiendo sus tentáculos
hacia el Pacífico. El equipo de Indias Orientales Holandesas
(actualmente Indonesia, y en esos momentos colonia neerlandesa) debía
enfrentarse a Japón en las eliminatorias previas, pero el equipo
nipón no se presentó (Japón estaba enfrascado en una guerra con
China) y los indonesios se sacaron el pasaporte para viajar a Europa.
El bombo emparejó a los
Indonesios con la temible selección húngara, que no tuvo compasión
con ellos y les endosó un contundente 6 – 0. Los magiares seguían
asustando a sus rivales. La selección asiática estaba formada por
un grupo de alegres muchachos, futbolistas amateurs, que vinieron a
Europa a conocer mundo y a dejar para la historia dos curiosas
anéctodas.
Achmad Nawir, el mundo destrás
de unos cristales.
Achmad Nawir el capitán de la
selección de las Indias Orientales Holandesas era miope y no dudaba
en jugar al fútbol con sus gafas. Posiblemente sus estudios en
medicina aceleraron una miopía galopante que le hacían mirar el
mundo desde detrás de sus cristiales.
Mo Hen Tang y su muñeco
talismán.
Una de las anécdotas del mundial
la puso el cancerbego Mo Hen Tang, el titular de la selección
indonesia. El guardameta tenía un excéntrica costumbre, salir al
terreno de juego portando un extraño peluche o muñeco, que colocaba
junto a uno de los palos de la portería, como si fuese un talismán.
En el partido que disputaron frente a Hungría el talismán no
funcionó.
Un lance del Brasil - Polonia. |
Brasil 6 – Polonia 5.
Una auténtica orgía de goles,
un fútbol directo, abierto, sin traumas defensivos ni tácticas
pesadas y aburrida. Dos equipos lanzados a tumba abierta en pos del
gol, un partido imposible hoy día. Brasil y Polonia brindaron en
este encuentro de Octavos de Final un encuentro memorable.
Ernest Willimowski.
Polonia cayó eliminada enseguida
pero su delantero entró en la historia por la puerta grande. Si
hubiese sido torero habría cortado dos orejas y rabo. El polaco
Ernest Willimowski, fue el primer futbolista en marcar cuatro goles
en un mismo partido. Tras el mundial y la invasión de Polonia,
Willimowski se convirtió en ciudadano alemán y llegó a disputar
algunos encuentros con la eléstica alemana. Incluso he leído por
ahí que se integró en la Wehrmacht. Esta actitud molestó a sus
excompatriotas que lo consideraron un traidor.
Suecia no jugó su partido de
cuartos de final, su rival debería haber sido la selección de
Austria. Con todos los equipos en liza, los jugadores suecos debían
estar ansiosos por debutar.
El Anschluss y el final del
Wunderteam.
La situación en Europa durante
la segunda mitad de la década de los '30 era muy tensa. Pocos meses
antes del comienzo del mundial, y como parte de su idea del
Lebensraum (Espacio Vital), la Alemania nazi de Hitler culimna la
anxión – Anschluss – de Austria, que perdía totalmente su
soberanía y se convertía de facto en una provincia del III Reich.
La selección de Austria, el Wunderteam – Equipo Maravilla – que
había encandilado a la afición en el mundial anterior fue
desmantelada e incapacitada para disputar el mundial. Sin embargo las
autoridades deportivas alemanas decidieron sacar provecho de las
circunstancias. Algunos de los mejores jugadores austríacos fueron
invitados amablemente a unirse al equipo alemán. Con la base del
equipo que había logrado la tercera plaza en Italia '34 más la
incorporación de nueve jugadores austríacos, entre los que se
encontraban el meta Rudolf Raft, el delantero Wilhelm Hahnemann y el
medio Franz Wagner, uno de los fijos del Wuderteam en el mundial
anterior, las garantías de éxito del equipo teutón aumentaban de
forma exponencial.
Mathias Sindelar, el Mozart del
Fútbol, desafió a Hitler.
Mathias Sindelar, conocido como
el Mozart del Fútbol por su virtuisismo con el balón, o el Hombre
de Papel, por su delgadez y habilidad para zafarse de los contrarios,
era el líder indiscutible del Wunderteam y, probablemente, el mejor
jugador europeo del momento. Después del Anschluss Hitler organizó
un partido amistoso entre las selecciones de Alemania y la de
Austria, cuyo resultado pactado debía ser de 0 – 0. Pero Sindelar
no quiso claudicar, y se sacó un potente disparo que batió al meta
alemán, y se fue cerca del palco donde se encontraba Hitler a
celebrarlo. Alguno de sus compañeros se animó y decidió que ese
partido debían ganarlo, de forma que Karl Sesta convirtió el
definitivo 2 – 0. A pesar de la humillación los alemanes
pretendieron que Sindelar se incorporase al equipo mundialista. Nueva
negativa. Sindelar se negó a jugar en el equipo alemán. Ahí
comenzó su caída, meses de reproches, de presiones y de
persecuciones por parte de la Gestapo. El hombre de papel se había
convertido en un héroe para el deprimido pueblo austríaco, pero ya
se sabe que ocurre con los héroes. En enero de 1939 fue hallado su
cadáver junto con el de su pareja. La versión oficial es que se
suicidaron inhalando gas. La realidad es que Matías Sindelar es una
más de las millones de víctimas que causaron los extremismos
políticos en el siglo XX.
Una Alemania reforzada se las
prometía muy felices, y Hitler soñaba con una final entre su equipo
y el de su amigo Mussolini. Sin embargo, esta vez no pasaron de la
primera eliminatoria. Suiza les dejó sin mundial en el partido de
desempate.
Provocación.
Una selección alemana nazificada
saltó al campo entre gritos y abucheos y desde el medio del campo,
sus jugadores se dirigieron al público francés con el brazo en
alto. La tensión política se trasladaba sin remedio a los terrenos
de juego.
El cerrojazo suizo.
Suiza acudía a su segundo
mundial y su primer rival era la poderosa Alemania, reforzada con
jugadores austriacos. Mas nada fue como estaba previsto. Los
jugadores helvéticos arrancaron un empate gracias a un tanto de
Abegglen que neutralizó el gol alemán.
En el partido de desempate una
decisión del entrenador suizo resultó clave para el resultado del
encuentro y abrió un mundo de posibilidades a los entrenadores
futuros. Karl Rappan colocó a un tercer defensa (restado del ataque)
por detrás de los dos habituales, siempre atento al delantero que
superase la línea defensiva y de esta forma plenteó un partido
diferente a lo que se estaba acostumbrado en la época, derrotando 4
– 2 a los alemanes. El catenaccio daba sus primeros pasos.
Severino Minelli capitán de la
selección suiza, jefe de la defensa, fue el encargado de jugar de
hombre libre. Ya había participado con su equipo en el mundial de
Italia.
Andre Abegglen con tres goles fue
el artillero helvético.
En el escudo de la selección alemana aparecía la esvástica.
Cuba, la sorpresa caribeña.
Primera y última participación
de la selección de Cuba en un mundial de fútbol, al que llegó
gracias a la renuncia de todos los rivales de su región. Se
convirtió en una de las sorpresas del campeonato al derrotar (y
eliminar) a una experimentada Rumanía, en dos agónicos partidos. 3
– 3 y 2 – 1.
Juan “Romperredes” Tuña era
uno de los mejores jugadores del combinado caribeño.
Héctor Socorro. Otro de los
protagonistas de la mayor gesta del fútbol cubano. Anotó tres goles
en los dos partidos que jugaron contra Rumanía.
Francia - Bélgica. |
En el resto de eliminatorias Francia derrotaba a Bélgica, Italia a Noruega y Checoslovaquia a los Países Bajos.
CUARTOS DE FINAL.
Italia – Francia. La política
por encima de todo.
El partido de cuartos de final
anunciaba lo que iba a ocurrir unos meses después en los campos de
batalla. El enfrentamiento de dos formas muy diferentes de entener el
mundo, la sociedad y la política, el fascismo de Mussolini de un
lado y la democracia francesa de Libertad, Igualdad, y Fraternidad de
otro.
En una provocación más, los jugadores de la selección
italiana saltaron al césped del Estadio Colombés de París,
completamente vestidos de negro. Una clara referencia a las camisas
negras, el cuerpo paramilitar (y parapolítico) de Benito Mussolini.
En el plano deportivo, una débil
selección francesa fue superada con claridad – a pesar de lo
ajustado del marcador 1 a 3 – por los campeones italianos. Un gol
de Colaussi y dos de Piola fulminaron al combinado local.
El delantero Jean Nicolás, que
que ya había participado en el mundial del '34 era una de las
esperanzas de Francia en el primer mundial que jugaban en casa. A
pesar de la temprana eliminación, Jean Nicolás hizo lo que mejor
sabía, marcar goles. Exactamente dos para superar a Bélgica.
El potente extremo Alfred Aston
fue uno de los fijos en el equipo galo.
La carnicería de Burdeos.
Brasil se enfrentó a
Checoslovaquia en Cuartos de Final, el partido se convierte en una
auténtica batalla. Checoslovacos y brasileños se dieron patadas
hasta en el cielo de la boca. La selección brasileña que maravillo
en su estreno ante Polonia se transformó en un equipo duro, y por
momentos violentos. Zezé Procopio, cual perro de presa, se encargó
de una complicada misión, el marcaje del goleador Nejedly. Procopio
se tomó tan en serio su trabajo, que Nejdely acabó lesionado y
Procopio expulsado. El brasileño Machado y el checo Riha también
fueron expulsados. No había cambios, por lo que los lesionados
intentaban aguantar en el terreno de juego, normalmente ocupando
posiciones adelantadas. Así y todo, Nejedly, maltrecho y cojo,
empató el partido (Leónidas había puesto el 1 – 0) desde los
once metros.
Los espectadores de Burdeos
pudieron ver al Brasil más marrullero de todos los tiempos. Los
sudamericanos dejaron la samba en el vestuario, la gambeta guardada
en las taquillas y saltaron a la arena del Parc Lescure metidos en la
piel de aguerridos glariadores. Los dos puntales checoslovacos, el
arquero Planicka y el delantero Nejedly no pudieron jugar en el
desempate y Brasil aprovechó esta pequeña ventaja para imponerse 2
-1.
Zezé Procopio un medio defensivo contundente aunque no exento de técnica.
Zezé Procopio un medio defensivo contundente aunque no exento de técnica.
Sin la competencia de Ricardo
Zamora, Frantisek Planicka fue de forma indiscutible el mejor portero
de Francia 1938.
La derrota de Burdeos fue el adiós
de la magnífica generación de Planicka y Nejedly.
En jugadores como Domingos da
Guia, un excelente defensa central, cimentó la selección de Brasil
sus triunfos en este mundial. Fue incluido en el once ideal del
campeonato.
SEMIFINALES.
El exceso de confianza de
Ademar Pimienta.
La más incomprensible decisión
técnica en la historia de los mundiales fue la adoptada por Ademar
Pimienta para encarar la semifinal. El entrenador brasileño estaba
tan convencido de la superioridad de su equipo que pensó que sería
una buena idea reservar a Leónidas para la hipotética final, pues
su concurso no sería necesario para derrotar a una Italia a la que
consideraba inferior. La decisión es más controvertirda aún si
pensamos que en aquellos tiempos no existían los cambios, por lo que
la figura del revulsivo que entra los últimos treinta minutos para
resolver el partido no era posible. Leónidas no jugó, e Italia pasó
a la final.
Hungría derrotó claramente a
Suecia por un contundente 5 a 1. La selección magiar con un fútbol
vistoso y honesto comenzaba a causar asombro. Ni la guerra pudo
cortar la proyección de esta selección húngara.
Suecia llegó hasta semifinales
tras vapulear por 8 – 0 a Cuba, para caer estrepitosamente contra
el primer rival de nivel al que se enfrentaron. Los veteranos Tore
Keller y Sven Jonasson, el atacante Arne Nyberg y un joven defensa
llamado Erik Nilsson que iba a brillar en citas posteriores, eran los
jugadores más destacados del combinado escandinavo.
Arne Nyberg demostró gran
regularidad marcando en los tres partidos que jugó.
Tore Keller era el capitán de
Suecia, veterano que ya jugó el mundial de Italia y que también
participó en los Juegos Olímpicos de 1928 logrando la medalla de
bronce. Uno de los mejores futbolistas suecos de su generación.
Seven Jonasson jugó dos mundiales
con Suecia, y marcó en los dos.
Brasil gana la consolación.
En un vibrante partido la
selección brasileña se sacó la espinita y remontó los dos goles
con los que se había adelantado Suecia. Leónidas con dos goles se
aseguró el pichichi del campeonato.
Leónidas. Su repertorio de
regates y remates dejó boquiabierto a los futbolistas, periodistas y
espectadores, especialmente sus chilenas, algo nunca visto en la
Vieja Europa. Leónidas fue la primera gran estrella del fútbol
brasileño. El inventor de la bicicleta se ganó apodos como Hombre
de goma o diamante negro. Máximo goleador en Francia - siete goles - Leónidas ya había marcado en el mundial anterior en el partido que Brasil perdió frente a España.
Italia - Hungría.
Italia - Hungría.
Alineación de Italia: Aldo
Oliveiri, Pietro Serantoni, Alfredo Foni, Pietro Rava, Ugo Locatelli,
Michele Andreolo, Giusseppe Meazza, Giovanni Ferrati, Amadeo Biavati,
Silvio Piola y Gino Colaussi.
Alineación de Hungría: Antal
Szabo, Gyula Lazar, Sándor Biró, Gyula Polgar, Antal Szalay, Gyorgy
Szucs, Gyula Zsengeller, Jenö Vincze, Pal Tikos, Grygory Sarosi y
Ferenc Sas.
La squadra azzurra derrotó a
Hungría en la final y demostró al mundo que en Italia 1934, al
margen de Benito Mussolini, ellos sabían jugar al fútbol.
1 - 0 Colaussi.
1 - 1 Pal Tikos.
2 -1 Piola
3 -2 Sarosi
4 -2 Piola
1 - 0 Colaussi.
1 - 1 Pal Tikos.
2 -1 Piola
3 -2 Sarosi
4 -2 Piola
El juego dinámico de los
húngaros poco pudo hacer con el oficio italiano, la disposición
táctica de Vitorio Pozzo, y la calidad del capitán Meazza y el
instinto goleador de Silvio Piola.
El seleccionador azzurri, Vitorio
Pozzo, sumó su segundo título, siendo hasta hoy el único director
técnico en conseguirlo.
Solo tres jugadores repitieron
título, Giuseppe Meazza y Giovanni Ferrari (que jugaron las dos
finales) y el defensa Eraldo Monzeglio.
Benito Mussolini volvió a utilizar el fútbol (y el fútbol volvió a dejarse utilizar). Por otro lado es algo que hacen todos los políticos tengan la ideología que tengan, fotografiarse con los campeones. Palacio de Venecia (Roma), 1 de julio de 1938. Después de su victoria, la Squadra Azzurra, cuyos jugadores lucen el traje militar, es recibida por el Duce, (en blanco, centro).
Antal Szalay otro de los
defensores destacados en este campeonato (también participó en el
anterior). Hungría no sólo atacaba bien, también sabía defender.
Una dupla letal.
Los delanteros magiares
Zsengeller y Sarosi, marcaron cinco goles cada uno. Los cimientos de
la maravillosa Hungría de los Magiares de Oro, estaban echados.
Treinta y dos goles en treinta y
nueve partidos son los impresionantes números del delantero magiar
Gyula Zsengeller.
Györgi Sárosi, un futbolista
completo, capaz de jugar en cualquier posición, era en el ataque
donde se sentía más cómodo, dedicó toda su vida futbolística a Ferencvaros. Jugó dos mundiales, 62 partidos con
su selección y 42 goles. Cuando colgó las botas se instaló en
Italia y se convirtió en entrenador de equipos como Juventus, Genoa,
Bolonia o Roma.
Pal Titkos formaba parte de la
temible línea de ataque del equipo magiar. Un gol suyo puso un poco
de emoción en la finalísima.
Los equipos italianos siempre se
montán desde atrás hacia adelante, y Pietro Rava era el jefe de esa
defensa.
Michel Anderolo, uruguayo
nacionalizado italiano, era el dueño de la parcela central, hacía
el trabajo sucio para que Meazza se luciese.
Pietro Serantoni ponía ritmo y
ofrecía equilibrio al centro del campo del campeón.
Giusseppe Meazza, esta vez como
capitán, se consagró en este mundial y entró directamente en el
Olimpo del Fútbol.
Silvio Piola, sucesor de Schiavio
como goleador, representa a esa escuela de delenteros italianos
infalibles, de la que también forman parte ilustres goleadores como
Paolo Rossi, Christian Vieri, Pippo Inzaghi o el mítico Toto
Schilacci.
Gino Colaussi formó una
interesante delantera con Piola. Cada uno anotaron dos goles en la
final.
El delantero Giovanni Ferrari es
uno de los pocos futbolistas que ha levantado dos copas del mundo.
Además fue pieza fundamental en ambos, de los nueve partidos que
jugó la selección en los dos campeonatos, Ferrari participó en
ocho. Todos ellos como titular.
Mientras la pelota rodaba por el
césped la sombra de la Segunda Guerra Mundial planeaba por todos los
rincones de Europa. Cuando el árbitro francés Georges Capdeville,
señaló el final del partido entre Hungría e Italia, nadie podía
imaginar que habría que esperar doce largos años para volver a
disfrutar de una copa del mundo. Apenas quience meses después las
naciones europeas iban a dirimir sus diferencias en el campo de
batalla. En septiembre de 1939 Alemania invadía Polonia, y ahora sí,
estallaba el mayor conflicto bélico en la historia de la Humanidad.
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