Argentina, de la mano de Diego Maradona, reinaba en el mundo, pero en América, el campeón indiscutible era Uruguay. En 1983 la selección gana la Copa América derrotando a Brasil y en 1987 se presentaba en Argentina con la intención de revalidar el título y consolidar su hegemonía en el continente.
Como vigente equipo campeón, Uruguay se clasificó directamente para semifinales. Un gol de Antonio Alzamendi hizo enmudecer el estadio Monumental y la albiceleste, que el verano anterior había alcanzado la gloria en México, quedaba eliminada en su propia casa.
En la final, con gol de Pablo Bengoechea, Uruguay volvía a vencer por la mínima, en este caso a Chile. Dos partidos, dos goles y una nueva Copa América para la celeste.
Eduardo Pereira. Era el arquero de moda en el fútbol uruguayo en esos momentos. Era el capitán de Peñarol de Montevidero que ese mismo año ganaría la Copa Libertadores. Campeón de América por partida doble (clubes y selecciones). Acudió al mundial de Italia '90 pero no disputó ningún minuto.
José Luis Pintos Saldanha. El Chango Saldanha, un defensa fuerte y aguerrido, que se desenvolvía por cualquiera de las dos bandas. Con 400 partidos es un santo y seña de Nacional. La temporada siguiente se proclamó campeón de la Copa Libetadores con su club y del mundo al derrotar a PSV en la Copa Intercontinental.
Alfonso Dominguez. Versátil defensa que se adaptaba bien al lateral izquierdo. Integrante, junto a Pereira, Trasante, Perdomo y Matosas del Peñarol de Montevideo. Disputó 31 partidos con la selección.
Obdulio Trasante. Era un defensa de Peñarol que apenas disputó cinco encuentros con la selección uruguaya, pero que fueron suficientes para levantar la Copa América e inscribir su nombre con letras de oro en el palmarés continental. Formó un tandem defensivo con Nelson Gutierrez.
Nelson Gutierrez. Un clásico del fútbol sudamericano en la década de los '80. El Tano Gutierrez es toda una institución en Uruguay, un cacique de fuerte temperamento que no se arrugaba ante nadie. Con 20 años ya era titular en Peñarol que ganó la libertadores de 1982 y la Intercontinental del mismo año. En 1983 fue campeón de América con Uruguay. Integró el equipo ideal de América en 1986 y 1987. En River Plate, equipo en el que coincidió con Alzamendi, formó una excelente dupla defensiva con el Cabezó Ruggeri. Juntos ganaron Copa Libertadores e Intercontinental en 1986. Disputó los mundiales de México y de Italia, siendo titular en todos los partidos de ambas citas. Jugó en el Logroñés en la etapa más gloriosa del equipo riojano.
Gustavo Matosas. Aunque nació en Argentina se decantó desde joven por Uruguay. Otro de los integrantes del Peñarol campeón. Destacaba por su personalidad en la cancha, era un jugador defensivo, que si la situación lo requería podía anular a la figura rival. Los tres mediocampistas de este selección pasaron por la liga española y los tres jugaron en equipos andaluces; Matosas en el Málaga, Perdomo en el Betis y Bengoechea en el Sevilla.
Pablo Bengoechea. Centrocampista incombustible, de fuerte carácter y olfato de gol, este tipo de futbolista que siempre te gusta que juegue en tu equipo, pero que odias cuando es rival. Pasó por el Sevilla donde dejó constancia de su calidad. Con Peñarol ganó cinco ligas consecutivas (93 – 97). En 1995 volvió a ganar la Copa América y además volvió a marcar en la final.
José Perdomo. Capitán y alma charrua. Un titán para la media cancha, poseedor de un disparo estratoférico a media/larga distancia. Su calidad no pasó desapercibida en Europa, donde jugó en el Coventry, la Genoa y el Real Bestis, aunque no llegó a triunfar en ninguno. 27 veces internacional con Uruguay, titular en el mundial de Italia '90. Un gol suyo jugando el derbi de la Plata, defendiendo la zamara de Gimnasia y Esgrima provocó un terremoto la ciudad.
Enzo Francescoli. El Príncipe es uno de los jugadores más finos y elegantes que dio el fútbol uruguayo. A esa elegancia sumaba inteligencia táctica y olfato de gol. Siempre se dijo de él que era un 10 que jugaba de 9. Disputó cinco Copas de América y levantó el trofeó en tres ocasiones (1983, 1987 y 1995). A pesar de su innegable calidad no pudo triunfar en Europa y entonces volvió al continente americano para convertirse en una leyenda para River Plate. Dos veces mejor jugador americano del año (1984 y 1995).
Antonio Alzamendi. Un gol suyo eliminó a la albiceleste. Un fino goleador de carácter ganador que pudieron disfrutar los aficionados de Las Gaunas. En 1986 fue reconocido mejor jugador de América. Con River Plate lo ganó todo, incluyendo la Copa Intercontinental, en la que derrotó a Steaua con gol suyo.
Ruben Sosa. Uno de los grandes arietes sudamericanos de finales del siglo XX. Un jugador técnico y exquisito, jugó en varios equipos de diferentes ligas (Danubio, Zaragoza, Lazio, Logroñés, Inter de Milán, Borussia Dortmund, Nacional....) y en todos dejó goles y buen recuerdo. Por algo será. No obstante siempre nos quedará la sensación que Rubén Sosa tenía calidad para lograr mucho más.
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